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Diálogo sin miedos 04/04/2016

Por Liz Puma Almanza        

 

La presente nota busca dar cuenta de las etiquetas que han venido emergiendo en las dos últimas elecciones presidenciales con especial fuerza, cobrando connotación en redes sociales y medios de prensa. El objetivo es evidenciar estas etiquetas y cargas valorativas que no aportan a una cultura de paz sino que por el contrario deshumanizan y niegan la legitimidad del otro, las cuales en muchos casos se hacen mal uso en nombre de la paz y la democracia. 

 

Algunos piensan que hay que sembrar el miedo, reactualizar los rencores y el odio, para hacerse de votos. Esta es la peor forma de aportar a nuestra democracia, aportar a fortalecer una ciudadanía reflexiva que anteponga la imaginación, el pensamiento a la acción, a la lógica de atacar o huir, que es lo que produce el miedo, como sensación primaria. Descalificar al oponente cierra las posibilidades de abrir un espacio para el intercambio de ideas y el debate político que necesita nuestra democracia.

 

Si bien voy a buscar simplificar estos conceptos por cuestiones ilustrativas, no dudo que alguien haya hecho uso en alguna situación de estos términos ante la escases de argumentos y la impotencia para comprender el porqué de la actuación de estos agentes, sin conocer el alcance elemental de los mismos o derivado de la activación de prejuicios o simplemente por una compulsa repetitiva. 

 

Marxista: Aquel que se identifica con las teorías desarrolladas por Karl Marx (materialismo histórico y dialectico). Entre los preceptos de su doctrina política destacan la lucha de clases, la comprensión y la crítica a la economía capitalista. La teoría marxista ha inspirado a partidos políticos, movimientos sociales y académicos a lo largo de los dos últimos siglos. 

 

Izquierdista (léase también: rojo): Se asocia a cualquiera que sostiene orientaciones ideologías de izquierda en todas sus variantes: marxista, maoísta, leninista, socialdemócrata, neomarxistas, entre otros. Está asociado a una posición crítica a lo establecido. En el debate más general entre izquierda y derecha, a los izquierdistas se los asocia como partidarios de la igualdad; y a los de derecha, de la libertad. 

 

Chavista: Dícese del simpatizante de la acción política desplegada por Hugo Chávez durante su mandato presidencial en Venezuela. La orientación ideológica de su gobierno fue de izquierda con una tendencia marcadamente populista.

 

Terrorista: En el Perú, se le llama así a aquella persona vinculada a las acciones desplegadas contra el Estado por miembros del Partido Comunista Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, en el periodo del conflicto armado interno. 

 

Caviar: En el caso peruano se refiere a gente que simpatiza con las ideas de izquierda, o que en su momento fue activo militante, y que actualmente se ha “reinsertado al sistema” y se encuentra vinculado activamente en la defensa de derechos ciudadanos. Sarcásticamente se alude a aquel que da muestras de “aburguesamiento” en su modo de vida. 

 

Antiminero: Calificativo que ha surgido como parte del despliegue de la conflictividad en el país. “Antiminero” es aquella persona, movimiento o protesta social, percibido como “en contra” de la actividad extractiva. 

 

DBA (Derecha Bruta y Achorada): Es un término acuñado por los periodistas Augusto Álvarez Rodrich y Juan Carlos Tafur, como una coalición en la que participan periodistas corruptos, empresarios mafiosos y políticos “pendejos”, que intentan destruir al enemigo de turno que puede dar lugar a una opción de gobierno sensato y democrático. Estos quieren perpetuarse en el poder como su chacra exclusiva. (1)

 

Fujimontesinista: Militantes y simpatizantes incondicionales con el régimen perpetuado por la dupla Fujimori y Montesinos, caracterizando por actos de corrupción y violación a los derechos humanos. No es una casualidad que ambos actualmente estén purgando pena privativa de su libertad. 

 

Lobbista: Dícese de aquella persona que se dedicada a realizar gestión profesional de intereses en el Estado en representación de un grupo de presión. Está asociada en sentido negativo a actos ilícitos e irregulares gestiones que buscan beneficiar a terceros del sector privado en detrimento del Estado o de otros grupos sociales. (2)

 

Corrupto: Persona que ejerció cargo público acusado de cometer actos de apropiación de los recursos del Estado, o buscar beneficiarse haciendo uso de medios del sistema público. Se asocia con la lógica de “roba pero hace obras”. 

 

Ladrón: Aquella persona acusada de robar recursos de las arcas del Estado, institucionalizando la corrupción, el nepotismo y el clientelismo, en beneficio personal y de su círculo. El dinero recaudado se desvía en su mayoría a paraísos fiscales para encubrir el peculado. 

 

Mafioso: Llámese a aquella persona que utiliza medios ilegales o poco claros para buscar algún beneficio del Estado, a nivel personal o colectivo, aprovechando su cercanía al poder político hace uso de la extorsión y la violencia. 

 

Vende patria: Calificativo utilizado para llamar a aquella persona que ha ejercido función pública acusada de desfavorecer al Estado peruano en la negociación y suscripción de acuerdos vinculados al uso y manejo de los recursos naturales, frente a empresas privadas u otros estados. 

 

Todos estos términos han sido usados con frecuencia para descalificar al oponente político, cerrando las posibilidades para el debate de ideas y la confrontación programática que afirme la democracia. En sí mismo desempeñar una función (lobby) o profesar alguna ideología (marxismo, izquierdismo, conservadurismo de derecha, etc.), no es negativo, y su utilización en el debate público puede ser válida para establecer categorías de diferenciación en la toma de decisiones ciudadanas. Lo que resulta cuestionable son las asociaciones negativas y la carga peyorativa con la que se usan estos términos. Por ejemplo, hacer la relación izquierdista-marxista-terrorista, o caviar-chavista-proterrorista, o lobbista-ladrón-corrupto-vende patria, o aprista-mafioso-vende patria. 

 

¿Por qué tanto miedo? ¿Por qué deshumanizar y negar la legitimidad del otro es un recurso tan usado en estas elecciones? El miedo está asociado al sufrimiento y a la muerte, y asociar, por ejemplo, a un candidato comunista con el terrorismo, o a otros con la corrupción, es vincularlo a ideas de muerte o pérdida que nos generan reacciones básicas como repulsión y deseo de protegernos. 

 

Como era predecible, el debate electoral no se caracterizó por plantear temas de fondo, y algunos candidatos optaron por la descalificación moral y el miedo para alcanzar votos de los electores que buscan proteger lo que consideran más valioso; lo que les costó tanto alcanzar. 

 

La contienda política debería dar lugar a un diálogo abierto, despojado de miedos, porque la política es eso: conflicto, pero también acuerdo. Para que ese diálogo fluya, hay que evitar etiquetas que invalidan o suscitar el miedo, y promueven la reactualización del rencor y la revancha. Nuestra democracia depende de ello.

 

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(1) Véase en: https://lamula.pe/2011/12/30/la-derecha-bruta-y-achorada-dba/erre/
(2) Véase en: http://rpp.pe/politica/actualidad/lobby-que-es-y-como-funciona-en-el-peru-noticia-726897

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