Ayer, el líder político y pacifista más importante del mundo, Nelson Mandela, partió a sus 95 años de edad. En su partida, estuvo acompañado físicamente por su familia y por el corazón de millones de personas en el mundo en quiénes inspiró con su lucha por la libertad, la justicia y la igualdad. No cabe duda que este hombre, que transformó su querida Sudáfrica en una nación democrática a través de la paz, el perdón y la reconciliación, estaba convencido que su huella en el mundo sobreviviría al olvido.
Para muchas personas y organizaciones comprometidas en la construcción de la paz, en especial para la comunidad de ProDiálogo, Nelson Mandela seguirá siendo un ejemplo emblemático de liderazgo transformativo por la paz. Esa tarea continua y permanente por la paz es ilustrada en una de sus frases: “Cuando uno logra escalar una gran colina, se encuentra con que hay más colinas por escalar”. Ese camino hacia la paz, es un camino que implica el producir transformaciones en el espíritu de los individuos, en las relaciones entre las personas, en los paradigmas y patrones culturales, así como en las estructuras y sistemas existentes. Estas son algunas de las colinas a las que Madiba se refirió. Las mismas colinas que transitaron Gandhi y Martin Luther King.
Sin duda, la muerte de Nelson Mandela deja tras de sí numerosos hitos y logros que siempre perdurarán en la historia. Mandela pasa a la historia no solamente por haberse convertido en el primer presidente democrático de Sudáfrica sino también por conseguir poner fin al apartheid, el régimen segregacionista que separó a los sudáfricanos por más de 40 años. Hacia 1994, Nelson Mandela se convertiría en el primer presidente negro, en un país en el que había sido condenado por alta traición y en el que estuvo preso por 27 años. Su amor por la verdadera libertad hizo que trascendiera las difíciles circunstancias en las que se desarrolló su inmensa tarea, y logró consolidar un discurso y una práctica inspirada en la lucha por el cambio social a través de métodos no violentos y desde una política de reconciliación nacional.
Premios y reconocimientos para Mandela hubieron varios: alrededor de 50 Doctorados Honoris Causa de distintas universidades en el mundo, el Premio Bharat Ratna, el premio civil de mayor prestigio en la India, y el Premio Nobel por la Paz en 1993. Este último lo recibiría junto a Frederik De Klerk, presidente de la República de Sudáfrica quien liberaría a Mandela hacia 1990 y a quien convertiría en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización en Sudáfrica. Años más tarde, Mandela mantendría a De Klerk como vicepresidente y tal vez allí se expresa esta convicción por unir al país a partir del perdón y la reconciliación.
Se fue un grande en la historia de la humanidad dejando un enorme legado sobre el cual seguiremos sus pasos todos aquellos que buscamos tercamente recorrer las colinas en búsqueda de la construcción de la paz.