No es mi intención dar la receta para solucionar este conflicto de tanta complejidad, sino aportar desde una perspectiva de tercero imparcial algunas ideas que contribuyan a crear un cambio constructivo en la dinámica del conflicto.
Pertinencia y condiciones
Al parecer, se piensa que el diálogo consiste en juntar en una misma mesa al Estado con “los revoltosos” y que esto basta para dar fin a las situaciones de crisis o de confrontación violenta. En principio hay que aclarar que el diálogo es más útil antes del surgimiento del conflicto y su evolución en crisis, en la prevención de conflictos y construcción de confianza. Por otro lado, el diálogo exige evaluar previamente la existencia de las condiciones necesarias para su aplicación, así como, contar con un soporte técnico adecuado durante todo el proceso, que, en definitiva, va más allá de las reuniones para dialogar.
Así, es importante verificar si se cumplen las siguientes condiciones:
• Voluntad real de las partes por el diálogo.
• Identificación de actores y de interlocutores representativos.
• Representantes con liderazgo constructivo.
• Fortalecimiento de capacidades para el diálogo y la resolución de conflictos.
• Información clara y transparente.
• Planificación de los procesos.
• Asistencia técnica y soporte institucional del proceso (no sólo de las reuniones).
Sobre el proceso de diálogo
Evidentemente, la ausencia de los alcaldes de los distritos donde se realizó el referendum y el rechazo a la participación del alcalde de Jaen en la Mesa, demuestran que se requiere mejorar la evaluación previa. De no existir las condiciones necesarias, sería oportuno buscar crearlas a través de un grupo impulsor representativo. El objetivo fundamental es lograr que el diálogo funcione, prestigiarlo y evitar peligrosas frustraciones que lleven a la violencia.
Con un grupo impulsor se podría contribuir a organizar mejor el proceso, aclarando que el diálogo en esencia sirve para crear confianza y mejorar la comunicación, pudiendo, posteriormente utilizarlo para identificar problemas o conflictos, buscar soluciones e impulsar iniciativas conjuntas. Esto debería quedar clarísimo para todos los actores participantes en la Mesa.
También sería oportuno desarrollar un lenguaje común para que los distintos actores (autoridades, sociedad civil y empresa) comprendan, por separado, lo que significa dialogar, el tipo de proceso a seguir, etc., y por otro lado, homogenizar agendas, definir los principios de la Mesa y fortalecer sus capacidades para el diálogo y la solución de conflictos. Adicionalmente, resultaría provechoso contar con la participación de terceros imparciales aceptados por todas las partes, que puedan contribuir con este proceso o evaluar otras alternativas como la mediación.
Otras medidas
La apuesta por el diálogo debe ser preventiva y permanente. Tan importante como esta actitud deben ser los gestos para incrementar la confianza mutua. En este sentido, el haber dejado las estigmatizaciones y calificativos ha contribuido. Por el contrario, la presentación al Congreso del proyecto de ley que declara a Río Blanco como proyecto de interés nacional, y otro que reduce la extensión del Parque Bahuana Sonene en favor de otra actividad extractiva, complican el escenario.
Desde una visión estructural o sistemica, el Estado debería atacar las causas estructurales que contribuyen al surgimiento de conflictos sociales en general. Igualmente, debería fortalecer las entidades de análisis, prevención y monitoreo de conflictos con el fin que puedan cumplir más adecuadamente su rol. Los conflictos se suceden recurrentemente y parece no haber aprendizajes. No se perciben muchos avances en cuanto a la labor preventiva de los conflictos sociales, y sí, más bien, una excesiva concentración en el manejo de crisis.
Lima, 4 de octubre de 2007
Ivan Ormachea Choque
Director Ejecutivo
ProDiálogo, Prevención y Resolución de Conflictos
www.prodialogo.org
iormachea@prodialogo.org