De un momento a otro, se acabó el “Contigo Perú”. Del frenesí provocado por la selección peruana de fútbol, caímos en picada al estado anterior de las cosas. En las últimas dos semanas, han habido múltiples casos de agresión contra la mujer; el miércoles 18 de octubre, la presidenta de la Comisión de la Mujer del Congreso, tuvo que renunciar ante la presión de la opinión pública, tras haber afirmado que las mujeres provocan que “agresores sanos” cometan feminicidios; y este domingo, durante el censo nacional, una empadronadora fue violada por el sujeto al que fue a entrevistar.
Este panorama demuestra que algo anda mal en nuestra psique colectiva. El INEI afirma que el 68% de las mujeres de nuestro país declara haber sufrido violencia física, sexual o psicológica. Del mismo modo, la Thomson Reuters Foundation ha considerado recientemente a Lima como la quinta ciudad más peligrosa para las mujeres, a nivel mundial, mientra que ONU Mujeres nos ha declarado uno de los países más violentos contra la mujer.
En medio de todo esto, el 20 y 21 de octubre, se realizó el Primer Coloquio Nacional de Masculinidades 2017, cuyo tema central fue “Hombres y la Lucha para Erradicar la Violencia de Género contra la Mujer”. Durante este evento, organizado por la Red Peruana de Masculinidades y la Pontificia Universidad Católica del Perú, con el apoyo de la Cooperación Alemana GIZ, se compartieron múltiples experiencias para revertir la violencia contra la mujer. Todas ellas destacaban la necesidad de promover masculinidades más expresivas, más afectivas y libres de violencia. Este esfuerzo implica deconstruir los mitos que nuestra sociedad ha erigido en torno a lo que significa ser hombre, y rechazar la idea de la mujer como objeto sexual, que se propala abierta y cotidianamente en los medios y redes sociales.
Luego de escuchar estos hallazgos, una de las conclusiones que cae por su propio peso, es que no existe posibilidad de revertir la violencia contra la mujer, si no involucramos decidida y denodadamente a los hombres en ese proceso. No tendremos sociedades más igualitarias, justas y felices, si no procuramos mejores modelos de masculinidad; si no somos mejores hombres. Por ello, resulta indispensable que todos los varones nos comprometamos a revertir el fenómeno de la violencia contra la mujer, y junto a las mujeres, impulsemos iniciativas, proyectos, actividades o programas de capacitación para abordar esta problemática en nuestros múltiples espacios de interacción.
Una posibilidad adicional de aquellos que trabajamos en proyectos o iniciativas colaborativas para el desarrollo y construcción de paz, es abrir espacios de diálogo donde jóvenes, adultos, hombres y mujeres puedan reflexionar de manera conjunta sobre la violencia contra la mujer, y promover nuevas masculinidades que contribuyan a romper con las múltiples facetas de violencia en las que estamos involucrados los hombres a lo largo de nuestra socialización. Es hora de contribuir a romper con el círculo destructivo de la violencia, especialmente aquella que afecta a las mujeres sólo por el hecho de ser mujeres.
Iván Ormachea
Presidente de ProDiálogo
Octubre del 2017