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Conflicto PUCP e Iglesia: Nueva oportunidad para insistir en la negociación

La negociación entre el rectorado y la Iglesia resultó en un (pre) acuerdo que debió ser analizado por la asamblea de la universidad para su eventual aprobación. Sin embargo, se presentó un impasse que ha dejado el proceso en stand by ya que un punto acordado en la negociación (referido a los bienes legados por Riva Agüero) fue retirado unilateralmente por la Iglesia, aunque  el Cardenal Cipriani haya indicado que igual se puede aceptar lo restante y que ese tema quede pendiente para el futuro.

 

Los “buenos” procesos de negociación se basan en la construcción de confianza. Es más, salir de una abierta confrontación que ocasionó este conflicto requiere dar pasos en favor de entrar en una relación en ese sentido. Una regla básica en toda negociación es que aquello pactado vincula y debe respetarse, por eso es cuestionable que acordado un tema de semejante importancia se le retire unilateralmente del acuerdo sin mayor explicación y se indique que se tiene que aprobar un acuerdo (“que tengan el coraje de ir a la asamblea y tomar una decisión” dice el Cardenal). Esto afecta la confianza y habla mucho del tipo de relación [asimétrica] entre las partes.

 

De otro lado, contar con este acuerdo  nos lleva a un ejercicio clave de los procesos de negociación para saber si tenemos un buen acuerdo o, como dirían algunos, si la negociación ha sido “exitosa”. Una forma de saberlo es respondiendo las siguientes preguntas:

 

1. ¿De qué manera el acuerdo satisface los intereses y necesidades (al menos los más importantes) de la universidad, tanto aquellos de corto, mediano y largo plazo? Esta pregunta implica haber identificado y jerarquizado previamente intereses y necesidades en juego.
2. ¿Cómo quedará la calidad de la relación entre la universidad y la Iglesia luego de pactarse este acuerdo?
3. ¿Cuán convencidas estarían las partes de  afirmar que se sienten ambas ganadoras al suscribir este acuerdo?
4. ¿Es este el mejor acuerdo que se ha podido lograr a la luz de algún plan B que pudiera tener la PUCP ante el eventual escenario de un disenso? (Implica saber si la PUCP tiene un plan B)
5. ¿De qué manera se ha negociado este acuerdo? En otras palabras ¿ha sido justa, equitativa y simétrica para ambas partes?
6. ¿Cuán autosostenible es el acuerdo? Es decir, ¿será duradero, viable, aplicable y cumplible?

 

Adicionalmente, manifiesto dos preocupaciones:

 

1. Por un lado, tener que resolver un dilema que plantea la propuesta de acuerdo: o la adoptamos o retomamos la senda de la confrontación (jurídica al menos). ¿Es inevitable este dilema?
2. Tener la sensación que aquí existe una asimetría de poder que favorece a la Iglesia debido a que ella ha impuesto un deadline para llegar a un acuerdo, por haber entrado en una negociación condicionada por el dilema arriba citado, por el hecho que para el Cardenal se pueden retirar puntos acordados e igual aceptar la propuesta de acuerdo, y porque según indica en reciente entrevista en El Comercio (8/Abr/12), que él mantendrá una relación cordial con el Rector si ambos no manifiestan sus diferencias a los medios ¿Pero no es justamente lo que está haciendo él al dar estas declaraciones?

 

Creo que el impase sobre los bienes de Riva Aguero es una oportunidad para redefinir el proceso de negociación entre las partes, explicitando condiciones más claras sobre cómo queremos negociar (reglas, principios, objetivos, plazos, etc.) e introducir algunas propuestas que aseguren que se desarrolla  un proceso justo, que satisfaga los intereses y necesidades más importantes de ambas partes y que al final les lleva a la conclusión que es el mejor acuerdo que se puede lograr. NO olvidar también que el acuerdo debería prever la conformación de una Comisión bipartita de seguimiento del cumplimiento de los acuerdos.

 

Ayudaría también ser conscientes que de arribarse en algún momento a un acuerdo, las negociaciones entre las partes continuarán por cuanto acuerdos de esta naturaleza (donde coexisten valoraciones diversas) marcan el punto de partida de muchas discusiones ex post. No pensemos que este acuerdo resolverá todas las diferencias, éstas surgirán y lo adecuado sería prever los mecanismos de diálogo o negociación para administrarlos constructivamente al igual que mecanismos de solución de controversias en caso subsista el disenso.

 

Si la negociación no avanzara, que las partes no descarten otros mecanismos de construcción de consensos como la mediación, por la cual con la intervención de mediadores especializados se podrían ayudarles a mejorar su proceso de negociación. Cualquiera sea el caso, para que ambas figuras funcionen se requiere voluntad y buena fe.

 

Ivan Ormachea
Presidente de ProDiálogo

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